“¿Debe mi mente ser un escenario público donde se discutan los asuntos de la calle y los cotilleos de sobremesa?” se preguntaba Thoreau.
Valerio Rocco Lozano, profesor de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid y director del Círculo de Bellas Artes de Madrid aborda esta cuestión a través de falsas dicotomías como pseudociencia vs ciencia, amamantar vs no amamantar, naturaleza vs cultura, relato documental vs ficción, complejidad vs transparencia, etc. Rocco propone que la producción de ruido a través de estos debates impide vislumbrar las estructuras fundamentales del poder, y en concreto del fenómeno fake, que desresponsabiliza la creación y difusión de contenido falso. Cita como ejemplo el falso tour de La Manada, que por la falta de corroboración de los medios se hizo viral, volviéndose contra sus creadores, que pretendían precisamente denunciar y visibilizar el mecanismo de transmisión de la información.
El periodista, sugiere Rocco, ya no puede limitarse a contrastar la verdad de los hechos, debe también investigar si quien difunde la noticia cree en esa verdad y cuáles son las razones por las que la difunde. Por otra parte, a través de las redes sociales el poder se ha infiltrado en nuestra cotidianidad individual, haciéndose muy difícil detectarlo, generando el nuevo concepto de post-verdad.
Pero Rocco sostiene que «la post-verdad no tiene nada de novedoso, es la manipulación informativa clásica al servicio del poder. Su principal originalidad consiste en venderse precisamente como nueva, fundamentando retrospectivamente el anterior marco, el de los medios tradicionales, que sí nos ofrecían presuntamente la Verdad, con V mayúscula, sin filtro ni ruido. La post-verdad es por tanto un dispositivo gigantesco de reafirmación de una verdad previa, esencial, indiscutible, de la que debemos sentir nostalgia y admiración. La post-verdad es un mecanismo de control y asentamiento del poder establecido, pero disfrazado a menudo de movimiento subversivo e innovador».
¿Cuál es la solución? Rocco propone que, si el contexto tecnológico actual es hijo del pensamiento posmoderno, tal vez sea posible establecer espacios de libertad por debajo de las férreas oposiciones que nos constriñen. La tecnología, concluye Rocco, puede abrirnos las puertas a una libertad en comunidad.